Wednesday, May 03, 2006

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- No me gusta Almodóvar. Siento que sus películas a menudo son frías pretenciosas y fallidas. Su atmósfera de diseño, lejos de conmoverme, me sitúan en la rabia más que en la admiración: no comprendo cómo se puede mentir tanto y tan impunemente durante tanto tiempo. Esto lo iba pensando camino del cine. La tarde norteña no había prometido buen tiempo y me esperaba una nueva situación homosexual, un simple drama sobre la imposibilidad de compaginar tetas y pene en la metrópoli posmoderna. El arranque de la película no me hizo salir del atolladero. Una imagen coral de mujeres limpiando tumbas en un cementerio; auténtica escenificación teatral que recuerda vagamente a las tabaqueras de “Carmen”. Pronto mis malos augurios se tornaron en profundo interés en la que iba a ser (a mi parecer) la mejor película de Pedro Almodóvar. Una historia simple, llena de sobreentendidos, que respeta la inteligencia del espectador y que muestra como en un perfecto cuadro, la idiosincrasia de un grupo de mujeres marcadas por la vida en su pueblo y por una tragedia. La calidez de sus personajes y la soberbia interpretación de Penélope Cruz, alrededor del a cual gira todo el argumento, junto con el secreto que se va desentrañando poco a poco y en voz baja, hacen de esta obra del manchego, una oportunidad para admirar la capacidad de un cineasta maduro que ya no cree tener nada que demostrar a nadie en el mundo del cine.
Se trata de una película de actrices en la que los hombres están ausentes (como en La casa de Bernarda Alba) y en la que Blanca Portillo se encuentra en su salsa en el papel de la excesiva Agustina, una mujer de temperamento delirante, también guardiana del secreto familiar. No obstante, Lola Dueñas no hace sino una simple caricatura de un papel que podría haberse convertido en la margen tierna del filme. Aquel secundario que todos quieren por su bondad e inocencia. Todo en ella es artificial y prescindible. El buen papel de Carmen Maura queda ensombrecido por el de Penélope Cruz, Raimunda, una joven esposa y madre, sabedora de su encanto personal, querida por todos. Imposible, al verla, no recordar al Sophia Loren, y a la Italia de la posguerra. Una mujer rural, autosuficiente, y de físico exuberante, mediterránea y atractiva. Su profunda y luminosa mirada encandila al público desde la primera escena. Un logro de Pedro sin duda, una meta perseguida por todos: poder transmitir una atmósfera de familiaridad e interés. Lo ha conseguido. Por esta vez.

6 Comments:

At 9:29 AM, Blogger Paralelo 49 said...

Aquí todavía no llegó aunque a los alemanes les encanta Almodovar... Ya veré. ¿Viste la vida secreta de las palabras? ¿Qué te pareció?

 
At 10:51 AM, Blogger Pablo Sánchez said...

- No la he visto. De Coixet sólo he visto Mi vida sin mí. Me gustó aunque sospecho que esa mujer busca deliberadamente hacernos llorar. No sé. Tengo ganas de verla.

 
At 1:15 PM, Blogger Paralelo 49 said...

Justamente eso, le gusta mucho la lágrima facil y previsible. Espero entonces a decir nada hasta que la veas. A mí de ella me gustó más "Cosas que nunca te dije".

Mágnifica idea la de este blog y muy buen post. Saludos

 
At 11:07 AM, Blogger momo said...

bueno en La casa de Bernarda Alba , Pepe el romano no sale , aquí salen hombres, pero bueno entiendo que quieres decir.
Talueguin

 
At 1:45 AM, Blogger Pablo Sánchez said...

- Me encanta "La casa de Bernarda Alba". El final es impresionante: "¡la hija de Bernarda Alba ha muerto virgen! Ahora nos hundiremos en un mar de luto", o algo así...

 
At 5:44 AM, Blogger momo said...

Y no quiero llantos.La muerte hay que mirarla cara a cara¡Silencio! A callar he dicho.Las lagrimas cuando estés sola. Nos hundiremos todas en un mar de luto.Ella la hija menor de Bernarda Alba, ha muerto virgen.¿me habeis oido?Silencio , silencio he dicho.
SILENCIO

 

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